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Nerola, un pueblo italiano convertido en laboratorio humano

Un hospital de Roma experimenta con los ciudadanos aislados de esta localidad un sistema de pruebas combinadas



El 26 de marzo, un pequeño pueblo al norte de Roma, encaramado en la cima de una colina, encendió todas las alarmas en plena crisis del coronavirus. Nerola, a 53 kilómetros de la capital y con una población de 1.950 habitantes, advirtió de un foco de contagios en una región relativamente controlada como Lacio. Unas 80 personas, entre trabajadores y residentes, habían dado positivo en una residencia de ancianos. Fuera, lo habían transmitido ya, al menos, a seis personas más. El Gobierno, alarmado, decidió cerrar el pueblo. La comida debería llegar directamente a las casas y los comerciantes recibirían abastecimiento del exterior una vez por semana. Una situación excepcional en plena crisis en la que el hospital Spallanzani de Roma vio la oportunidad para lanzar un ambicioso experimento y convertir el pueblo en la probeta de Italia.

El Ayuntamiento desalojó la residencia y mandó a todos los pacientes fuera del municipio, sellando mediante tres controles en las entradas y salidas. Pero el foco podía haberse extendido más. Como en otros lugares de Italia, se hicieron pruebas a personas con síntomas, pero no ofrecían un análisis de la situación suficientemente preciso: los asintomáticos eran el verdadero problema. De modo que el Spallanzani, en una investigación comandada por su director, el doctor Francesco Vaia, envió a un equipo de médicos a poner en marcha el experimento. Se harían los tres tipos de test disponibles actualmente a toda la población: el de faringe/nasal, el serológico normal para detectar si la persona ha desarrollado los anticuerpos mediante extracción de sangre, y el rápido, que debería permitir un resultado similar en pocos minutos con un leve pinchazo en el dedo. “Todo esto empezó hace una semana. Hemos estado de acuerdo desde el inicio. La población está más tranquila así, lo aceptamos con mucho gusto”, apunta la vicealcaldesa de Nerola, Elena Trecciola.

La ciudadanía quedó confinada en su casa y un equipo de médicos fue a realizar los exámenes. “Se hicieron enseguida pruebas a todos familiares y vecinos de los trabajadores. Pero enseguida se extendieron a todos. Nerola se ha convertido en un laboratorio. Hemos hecho ya unas 700 pruebas, y poco a poco completaremos prácticamente todo el arco poblacional. Así podremos detectar también quién tiene los anticuerpos y ha superado la enfermedad”, señala Trecciola. Una iniciativa que ya se llevó a cabo con éxito en Vo’ Euganeo, uno de los primeros pueblos confinados en la región de Véneto, al noreste.

El hospital Spallanzani se ha convertido en una referencia en la investigación de la Covid-19 desde que, a finales de enero, dos pacientes chinos ingresaron en su unidad de cuidados intensivos aquejados de dicha enfermedad, contraída en su país de origen. El centro sanitario romano logró curarles al cabo de algunas semanas y redimensionó su actividad investigadora y sanitaria enfocándola hacia este tipo de coronavirus. El doctor Vaia entendió enseguida que Nerola podía ser una oportunidad. “Vimos que este virus no se había difundido de forma homogénea en el área metropolitana de Roma. Había relativamente pocos contagios. Esto nos decía que debíamos ir donde estaban los focos para derrotarlo. Nerola es emblemático para este proyecto. Ahí se generó un foco muy importante que nos permitía investigar los falsos negativos, que pueden contagiar a mucha población”, señala al teléfono.

Los ciudadanos de Nerola recibieron al comienzo al equipo de médicos que se desplazó hasta ahí con cierta ansiedad, recuerda el doctor Pierluigi Bartoletti, uno de los encargados del trabajo de campo. “Poco a poco se fue creando una buena relación y se pudo hacer de forma natural. Montamos una tienda al aire libre y realizamos a cada ciudadano las tres pruebas el mismo día para verificar si los reactivos eran fiables”, apunta. El experimento, concluye Vaia, tendrá utilidad a nivel estatal cuando esté completado. “Al juntar las tres pruebas, sabemos si la persona es positiva desde hace mucho tiempo, si está entrando o si está saliendo de la enfermedad. Lo más importante es que nos señala a los negativos que tienen anticuerpos altos y han estado en contacto con el virus. Es fundamental para conocer la población que ha pasado por el virus”, apunta. Y esos, sostiene el Gobierno italiano, serán la vanguardia de la reapertura.






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